Existen diversos tipos de diabetes los cuales se asocian a
su origen, estado físico de la persona o factores genéticos, sin embargo la
diabetes más común a nivel mundial es la Diabetes Mellitus tipo II, cuya
predominancia es del 90% sobre los otros tipos de diabetes, afectando
comúnmente a personas mayores a los 35 años siendo los más propensos aquellas
que sufren de obesidad. En lo que concierne a este escrito se hablará de la
Diabetes Mellitus tipo II.
Este tipo de diabetes es originado por fenómenos
de insulinoresistencia, es decir, por una dificultad para que la insulina actúe
en los tejidos debido a alteraciones en el número de receptores de esta
proteína. Debido a ello en las fases tempranas de esta enfermedad el páncreas
intentará compensar este hecho produciendo mayor insulina de la necesaria, hiperinsulinismo,
pero conforme avance la enfermedad la reserva de insulina se irá agotando provocando
que el enfermo una dependencia a la administración de insulina. Como consecuencia
de la insulinoresistencia el cuerpo es incapaz de metabolizar la glucosa
derivando en una alta concentración de la glucosa en sangre, y ello es lo que
acarrea los graves problemas de la diabetes.
Es muy importante que la gente preste atención a la
aparición de los síntomas ya que su diagnóstico oportuno y tratamiento marcan
la diferencia entre una vida en los Campos Elíseos o un sufrimiento en el
Tártaro. Existen diferentes factores a los que hay que prestar especial
atención, siendo uno de los más importantes el sobrepeso y la obesidad ya que
es la característica más notoria de esta enfermedad y si existe un diagnóstico
temprano podría reducir el riesgo de padecer diabetes y llenar una vida
saludable. Otros factores a los que se le deben prestar atención son el
desgaste físico tanto en actividades intensas como aquellas tan simples como
subir escaleras, el cansancio excesivo y la frecuencia de calambres musculares,
problema derivado de pérdida de electrolitos. Otros síntomas son la poliuria y
la polidipsia, el primero se refiere a una micción frecuente y excesiva por la
concentración de glucosa en la sangre, y el segundo hace referencia a la
ingesta de líquidos en cantidad superior a lo habitual. El resto de los
síntomas son detectados por medio de análisis sanguíneos y pruebas derivadas
caracterizadas por los altos niveles de glucosa en la sangre y las pruebas de
resistencia física.